martes, 30 de noviembre de 2010

El Sindrome de Independence Day (SID), Independence Day (1996)



En contraste con Ídolos de Paja he decidido crear dos secciones (mañana vendrá la otra). La que hoy nos atañe es el Síndrome de Independence Day (SID), que hoy, como es lógico, va dedicado a la película Independence Day, una de esas películas, que se hicieron como “grandiosas”, resultaron ser una autentica mierda, pero no obstante, con todo lo malas que son, tienen un no-se-que-de-que-se-yo que las hacen entretenidas, y las volveríamos a ver, una y otra vez. O tal vez no volveríamos a verlas, pero siguen siendo esas películas que todos saben que son malísimas, pero las cadenas de televisión aun nos las venden como un gran entretenimiento para las sobremesas.
Independence Day (1996), pues, dirigida por el lamentable Emmerich (un hombre que alguna vez hizo algo bueno, pero ya nadie se acuerda), esa película que empieza medianamente bien, con una invasión extraterrestre a gran escala, y al estilo de los años 70, nos presenta varias historias paralelas, cada una encabezada por un actor de buen nivel, la parte científica está encabezada por Jeff Goldblum (que hace un papel bastante parecido al de Parque Jurásico), la parte política por el Presidente Bill Pullman y la parte militar y de acción por Will Smith. Por si fuera poco aún hay hueco para una cuarta trama paleto-sureña en manos de Randy Quaid.
El argumento consiste básicamente en una libreadaptación de La Guerra de los Mundos, el comienzo de hecho es abrumador, una raza invencible de extraterrestres nos invaden con un presupuesto realmente descabellado para los efectos especiales (que ganaron el Oscar, claro, como Avatar, esta es una inversión segura). El caso es que las tramas se van mezclando conforme los alienígenas siembran el caos y la población tiene que huir de las ciudades y refugiarse donde puedan, que acabara siendo una base militar tan ultrasecreta que ni el mismísimo presidente de los USA sabe de su existencia. Hasta aquí la cosa va más o menos bien si exceptuamos el poco saber hacer que demuestra Emmerich con el personaje de Will Smith. Will intentó con esta película liberarse del encasillamiento de El Príncipe de Bel-Air, cosa que no había acabado de conseguir con Dos Policías Rebeldes, y que aquí tampoco lo consigue, porque a ratos esta serio, y a ratos, pues lo de siempre, y rompe toda la seriedad que más o menos podía tener la película hasta ahora.
Pero Will Smith o no, serio o cómico, poco importa, porque la película, al más puro estilo Jumping the Shark se sube a la parra ella solita. La cosa se empieza a ir de madre cuando un extraterrestre capturado le cuenta, porque si, los planes de invasión al Presidente, y luego, con un platillo capturado y que al parecer funciona, deciden ir Will Smith y Jeff Goldblum a la Nave Nodriza a desactivar los escudos de todas las naves que machacan el planeta, nada menos que armados con un portátil de principios de los 90 (imagínense que cacharro), y un virus informático que ha creado el propio Goldblum. Con 2 cojones, no sé si los alienígenas disponían de WIFI en la nave (siendo tan avanzados, igual podrían tener un sistema así), pero desde luego, el portátil dudo que tuviera WIFI, así que debieron conectar el ordenador con un puerto Ethernet (jeje, aliens pringaos, que tienen conexiones idénticas a las nuestras). Este punto es algo así como la adaptación a los 90 del final de La Guerra de los Mundos, un virus (ahora virtual) es el que acaba con los extraterrestres.
Y después del despiporre del virus, viene la parte más patriótica, descojonante (y seguramente entretenida) de toda la película. Cuando en el momento más patriótico de la historia del cine americano (superado en apenas un año, con AF1), el mismísimo Presidente se pone a la cabeza de un escuadrón de pilotos, compuesto por todo lo que pueden encontrar, para lanzarse a la Batalla Final por la Salvación de la Tierra. Pam, pum, toma pirotecnia, toma despiporre de efectos especiales, para acabar con la inmolación de Randy Quaid en esa mítica escena final.
Sí, es mala, a rabiar, cuanto más pasan los minutos, más mala es, y a pesar de todo… esta sí que volvería a verla.

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